de Germán Rojas
A mi padre
Es la noche de un día de invierno.
No resisto el sueño a mis 5 años.
Regreso en familia a casa.
Soy el menor de los hijos.
Mi padre me carga en sus brazos.
Con amor de padre.
Siento sus húmeros fuertes en torno a mi cuerpo frágil.
Me acurruco.
Me dejo proteger por ese hombre que no flaqueará jamás.
Es inmortal.
Es mi padre.
Siento su respiración afanosa,
su grandiosidad de Dios,
su ternura infinita.
A los cinco años no se sabe lo que es la muerte.
La inmortalidad de mi padre
llena mis horas quietas de ese entonces.
El suspiro que no calla,
el árbol que cobija
el lento pasar de los segundos
tic… tac… tic… tac…
en brazos de mi padre
quien ya no está.
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