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ATENTO A LA LLEGADA DE LA MUERTE

por Germán Rojas



A Pedro Medrano

Estoy harto de permanecer refugiado en la trinchera en la lenta espera de los enemigos que no llegan. Nos prometen refuerzos y vacunas, pero nos dejan solos en estas desconsoladas serranías, atalayando brumas, ahogándonos en vacilaciones y sospechas cabalgando inciertos en medio de anuncios siniestros de catastróficos finales. Siento que fuerzas negras me obligan por la espalda, como en las pestes medievales, a pedir perdón por el dolor de ayer, el dolor de hoy, el dolor de siempre, que con querer o sin querer en mi vida fui causando. De eso estoy consciente y no necesito de una pandemia para implorar perdón arrodillado. Pero, en fin, ya no me importa que llegue la muerte inmensa, tocada de alba, cual luna llena en la noche de mi tierra, grabada a fuego en las murallas de mi océano, envolviéndome como espejismo en mis azotados andamiajes.

Aquí estoy atento a la llegada de la Parca, - diosa hilandera del destino, amiga marinera, torrente lluvioso de mi escarcha - mudo de alma o con palabras huecas y vacías, como parque invernal con sus estatuas. Sí, aquí estoy tratando de hilvanar una explicación a lo que pasa, a la espera de sus oscuras mariposas, que con peste o sin ella, un día no lejano me convertirán en dios de cosmonave.

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